Texto de contraportada (Saco de huesos):
Si los que no han tenido que luchar jamás no reparan en el coraje que mostraste, sino en las cicatrices con que te marcó cada pelea, puede que Alimañas se convierta en tu libro de cabecera.
Alimañas es una fábula existencialista. Un viaje iniciático. Un libro de arte y citas filosóficas. Una calumnia encanallada que esconde verdades hirientes. Un delirio demencial hecho de cemento, hormigón y la sangre de otros. Lo que no quieres saber, pero tienes que afrontar a la fuerza. La válvula de seguridad que es la fantasía estallando en mil fragmentos. Cipión y Berganza destrozados a dentelladas; Bola de Nieve, Chillón y Boxes condenados a la peor de las muertes. La pesadilla de Esopo en el Madrid de hoy. La historia de gatitos que jamás filmaría la Pixar. La novela de realismo sucio que no llevaría a la pantalla Abel Ferrara. La apuesta editorial del margen que ningúna otra editorial se atrevió a secundar. La clase de libro que solo Saco de Huesos puede ofrecer.
A Óscar Pérez Varela, alias Crocop, le conozco por sus comentarios en ociozero y por sus relatos en
Calabazas en el trastero, a veces ejercicios de erudición y a veces de crudeza, pero siempre memorables. Con solo esto, varias recomendaciones y la lectura de la sinopsis que os he reproducido, apenas sabía qué me iba a encontrar al leer
Alimañas. Confiaba en que fuese algo bueno, con la prosa trabajada de Crocop y todo su significado. También esperaba, como dice la contraportada,
«un libro de arte y citas filosóficas», y además algo de rebeldía y profundidad, algo de esa belleza sucia de los escritores extremos, y el par de láminas que había visto de Jean Gilbert Capietto prometían mucho en esta dirección.
En su libro
Schadenfreude, ganador del premio literario de terror de Maracena y publicado por Almuzara, que por cierto promete bastante brutalidad, Crocop se ayuda de mis muy apreciados Rammstein para complementar la palabra escrita. En
Alimañas no tenemos metal industrial (quizá tampoco le fuese bien. Yo le habría puesto algo de progresivo,
algo de Tool, o mejor aún, algo de blues desgañitado,
algo de Howlin' Wolf), pero sí que tenemos la acuarela de Capietto, que también es brutal y desgarradora, con un sentido estético envidiable y, a ratos, narrativo por sí mismo. Los chicos de la editorial Saco de huesos han bordado la maquetación. Por un lado el resultado es uno de esos libros que tienen valor incluso como objeto, y por el otro se ha logrado que las imágenes y el texto confluyan de la mejor de las maneras, que ver la ilustración adecuada en el momento preciso se traduzca en otra forma de narrar, otra forma de cerrar un párrafo demoledor o de alimentar la semilla de una incertidumbre.
Alimañas es la historia del camino que todos recorremos, traducida a clave de fábula. Cada breve escena, precedida de una cita y profusamente ilustrada, nos invitará a reflexionar sobre las formas de afrontar la vida y los conflictos, sobre el significado y los orígenes de conceptos como el miedo, la identidad individual o los lazos afectivos.
Seguiremos a la gata callejera Tormenta a lo largo de su rito iniciático. Aprenderá a sobrevivir por sí misma, a trazar su propia identidad y a combatir a zarpazos el miedo a la muerte, a la soledad y al castigo social. Y cada una de esas escenas merecerá una pausa y una reflexión, y estoy convencido de que no todos los lectores llegaremos a las mismas conclusiones ni sentiremos las mismas cosas al presenciar, por ejemplo, el intento del loro Salomón de cruzar la M-30 o el episodio que tiene Tormenta con los patos del estanque del Retiro.
Os dije antes lo que esperaba encontrar, y ahora toca decir lo que encontré al leer la novela del tirón, en una noche tras la que me tocaba el madrugón. Encontré una crudeza menos intensa de lo que esperaba pero mucho más presente y ominosa, como un manto pesado sobre el pecho. Una avalancha de guiños, significados, ventanas al autor, que se suele decir, y mucha, mucha profundidad. Las alucinantes ilustraciones de Jean Gilbert Capietto, que van al sentimiento, que transmiten siempre un poco más de lo que ilustran. Encontré en definitiva todo lo bueno que esperaba, pero me sorprendió la belleza y el trabajo del conjunto. Esa belleza sucia, real, cruda, auténtica y muy, muy empática que todos podemos reconocer. Ese trabajo incansable para recabar cada cita, para repasar cada escena y cada párrafo, junto al trabajo del ilustrador y la editorial, para crear algo muy, muy grande.
Lo peor con diferencia de este libro es que, por su naturaleza, tiene papeletas para pasar desapercibido. Ojalá me equivoque y no sea así. Yo aporto mi grano de arena con esta recomendación: no os lo perdáis si tenéis oportunidad de leerlo.