Texto de contraportada:
Jérôme es un pintor caído en desgracia que recibe el encargo de retratar a Iván, un misterioso extranjero cuyo pasado irá revelándose a medida que nos relate su historia durante las sesiones de posado.
Jérôme conocerá así la historia de un hombre perseguido por Moscú durante décadas; un forajido que tuvo que recorrer a la fuga los escenarios más duros de la extinta Unión Soviética, sobrevivir al asedio nazi de Leningrado, desaparecer en las noches de San Petersburgo durante los días más crudos de la dictadura, esconderse en las zonas más contaminadas de Chernóbil... La auténtica naturaleza de Iván se nos revelará cuando conozcamos el antiguo y terrible mal que porta consigo, hecho a partes iguales de radiactividad y de una espantosa maldición que habita en el corazón del arte pictórico.
Diástole es un viaje febril que bombea terror y novela negra, dentelladas a la yugular y chutes de heroína, plutonio y poesía. Una corrosiva historia de amor y fatalidad que abre de un hachazo un nuevo registro en la actual narrativa de terror española.
No me gusta esta contraportada que te cuenta media novela y se queda tan ancha. Habría preferido que me dijese en letras grandes: «Sí, sí, ya sé que estás hasta los huevos de vampiros, pero esto es distinto. En serio, pruébalo, es diferente a todo lo demás y, sobre todo, es bueno. Bueno de verdad.»
Y es que —tengo que decirlo—, no olvidemos que este libro salió de imprenta en 2011. La vampiritis ya iba dando paso a la zombifilia, pero aquel metamonstruo que se alimentaba de sagas, clones de sagas, clones de los clones de las sagas, reediciones de clásicos, películas, cómics y series, todavía coleaba, y en mitad de esa resaca sangrienta una portada como la que ilustra Diástole, con semejante declaración de intenciones, me transmitía de todo menos la originalidad que buscaba entre tanto superventas zafio de tirón corporativo y tantísimo intento a medias.
Pero esto ni seguía esa estela ni era eso, no lo es, y por ese prejuicio es que he tardado tanto en disfrutar de la novela de Bueso. Esto es lo que la gente que no lee fantástico, o mejor dicho, la que no sabe que lee fantástico cuando lo lee, llamaría narrativa, ficción contemporánea o, si tienen el día aventurero, realismo mágico. Y al mismo tiempo es una novelaza de terror, con vampiros de los de toda la vida... o casi. Y también es una novela negra. Y un thriller para leer del tirón. Y un drama de cucharas y agujas. Y un vistazo a la eurasia del este que no es ni el de un marxista romántico ni el de un niñato geekdental adoctrinado por Apple. Es peor, es el vistazo amargo y deslenguado de un cínico, lo que suele ser sinónimo de verdad o, al menos, de algo que se le acerca mucho.
En una de las solapas leemos que Emilio Bueso procede del realismo sucio (se nota) y que entre sus influencias hay gente como Palahniuk, Lovecraft y Barker. Y Palahniuk y Barker están ahí en todo momento, pero sin embargo —o quizá precisamente por eso— yo me quedo con esa influencia de Lovecraft. Porque al maestro de Providence no se le nota en Diástole, y eso es siempre síntoma de que el influido es uno de esos pocos afortunados que ha entendido lo que Lovecraft escribió, en lugar de quedarse con cómo lo escribió.
Por lo demás —no puedo entrar a hablar de la trama sin repetir lo que ya habéis leído en la contraportada— Diástole es una punta de lanza de un tema del que ya se habló hace poco, de lo que es género, lo que no lo es, y el modo de difuminar o no estas barreras o, al menos, de atraer lectores a la vertiente más imaginativa de la narrativa. La novela de Bueso es un puñetazo en la boca del estómago del mainstream, un bocado en la yugular de las etiquetas, y de esto Salto de Página entiende un rato. Es narrativa para fuera del fandom sin volverle la espalda a los cuatro freaks —cuatrocientos, cuatro mil, cuarenta mil... dadnos tiempo— que leemos «cosas de esas raras». Los mismos que de pequeños preferíamos los muñecos más feos, las películas con los monstruos más raros, con alienígenas, superhéroes, demonios, orcos... que nos hemos criado a la sombra de una cultura de fuera, y que nos va apeteciendo desarrollar ahora desde dentro. Y que eso no signifique emular. Que nadie invente la rueda ni ruede un E.T. manchego.
Antes de seguir divagando, termino: si te gusta Saramago, lee este libro. Si te gusta Tom Clancy, lee este libro. Si te gusta Asimov, lee este libro. Si te gusta Murakami, lee este libro. Si te gusta Barker, lee este libro. IF ELSE, lee este libro.
Me convence. Será una de mis próximas compras. El mantra del final no tiene nada que ver en esa decisión, que conste xD.
ResponderEliminarLa imagen de la cubierta no está nada mal, por cierto.
Jaja te lo recomiendo Watson. Estoy bastante seguro de que te gustará.
EliminarY sí, la cubierta (aunque a mí no me llamó en su momento por esa saturación que comentaba con el tema vampírico) es inteligente y atractiva. Siempre me ha parecido que esta editorial cuida mucho el aspecto de sus colecciones.
Pues gustandome mucho Murakami ... tendré que leerlo.
ResponderEliminarDiástole es un ejercicio de prosa, personajes, trama... si le das una oportunidad, creo que te gustará. A mí me sorprendió para bien.
Eliminar