Me siguen haciendo ilusión estas cosas, espero que no sea algo malo, que no me convierta en un ingenuo, o peor, en un soberbio. Pero no, digo yo que tiene que ser normal, que a cualquiera le hace ilusión ver que su libro, su criatura, sigue en las estanterías.
Parece que fue ayer, cuando vi por primera vez la maquetación de portada, cuando leí la prueba previa de imprenta, o cuando caminaba con el primer ejemplar, mi ejemplar, por fin en la mano (ese mensaje de mi editor, Juan Carlos: "tenemos los libros.").
Ha pasado el tiempo, creo haber aprendido algo desde entonces, aunque sé que no he hecho más que empezar y esto de aprender no es algo que termine nunca; todavía quedan muchas noches de trabajo, muchos retos y muchas decepciones, espero que salpicadas de algún éxito... pero qué coño, jamás habría esperado esto hace años, cuando garabateaba relatos en una carpeta de folios. Y encima Lobo, Julia y el resto del rebaño siguen dando caña...
Un motivo genial para sonreír. Gracias, colega.
Ese libro también está en mi estantería, justo al lado de «Piratas de Venus». ;)
ResponderEliminar¿Piratas de Venus, de Borroughs? No lo habría adivinado nunca jaja.
EliminarYa lo creo que es un motivo para sonreír. Me has trasmitido muy bien tu emoción con lo de ir con el ejemplar bajo el brazo, "mi ejemplar".
ResponderEliminarEl paso del tiempo; bien parece una patraña.
Saludos.
Es que esa emoción, la del ejemplar, la de la culminación del esfuerzo, debe ser universal. ¿No crees? ¿Te imaginas dejar alguna vez de sentirla? Eso y perder la pasión por escribir debe ser lo mismo.
EliminarAy, el paso del tiempo... una mentira que no podemos elegir no creer.
Un saludo Igor.
Como para no estar orgulloso!!!
ResponderEliminarHombre, sí, pero con cuidado. A mí el orgullo me da mucho miedo, Alex, porque se desata enseguida. :S
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