¿La mayor estafa del siglo? ¿O la alternativa a una colonización politizada del planeta rojo? Mars One es una organización sin ánimo de lucro, el gran proyecto del investigador holandés Bas Lansdorp, tras cuyos esfuerzos cuatro astronautas se establecerían en una colonia permanente en el planeta vecino en el año 2023. La iniciativa se sostendría en una financiación mezcla del crowd-founding (70.000$ llevan recaudados, antes incluso de que el proyecto se conozca ampliamente) y, lo que más revuelo ha levantado: un reality show que seguirá la preselección, formación, selección, viaje y estancia de los colonos, y de cuyos ingresos se espera obtener la millonaria cifra necesaria para financiar esta locura con visos de genialidad.
Una viaje de ida sin billete de vuelta
Cualquiera puede formar parte de la primera colonia marciana, incluídos tú y yo. Tan solo es necesario grabar un vídeo en el que expliques por qué quieres abandonar la Tierra y pasar el resto de tu vida en Marte. Entregar este vídeo, a partir del próximo mes de Julio, tendrá un precio de 25$. Esperan (una estimación un poco prematura, en mi opinión) un millón de solicitantes, es decir, 25 jugosos millones de dólares, y esto apenas es el principio. El problema evidente es que los colonos no volverán a la Tierra, si no que deberán estar dispuestos a vivir en Marte el resto de sus días de vida, o lo que es igual, morir fuera de casa. A esto se añaden los peligros evidentes de la colonización. Y, sin embargo, es de preveer que una avalancha de gente se lance al que dejará de ser el sueño de la ciencia ficción y pasará a ser una realidad: la conquista del planeta rojo.
Gran Marciano
La comparación parte de la misma organización: Big brother, el reality por excelencia, dos palabras que ayudan y ayudarán a meter a golpe de martillo el interés por la exploración espacial en las cabezas de la población. Mars One puede convertirse en el acontecimiento televisado más importante de la historia, a la grupa de un aparato publicitario y de mass-media que cubra todo el proceso y tenga en vilo a... bueno, a todo el mundo. Veremos a los preseleccionados, viviremos con ellos el duro entrenamiento de siete años, la convivencia de los aspirantes en un medio simulado al detalle (incluyendo el desfase temporal de las comunicaciones, como en los famosos experimentos rusos), seremos testigos de la elección de los cuatro afortunados, ganadores del billete al exilio. Mars One, contando ya con el interés de una avalancha de compañías deseosas de venderles sus tecnologías (millones de dolares invertidos por estos emprendedores pueden empezar a dar frutos), espera lanzar una red de satélites orbitales efectiva a partir de 2016. En el ostracismo más flagrante de la historia de la humanidad, a partir de 2023 los colonos repararán placas solares, discutirán por los cereales y patearán el polvo marciano ante la atenta mirada de una audiencia que se cuenta en millardos, igual que la edad de nuestro planeta. Tal vez, con toda probabilidad, veamos situaciones tensas, de peligro, desórdenes de la convivencia, o la clásica locura del colono típica de la ciencia ficción. Se espera una afluencia frecuente de colonos, a partir del primer grupo enviado, en grupos también de cuatro astronautas. ¿Será realmente este el modo más adecuado de establecer la esperada colonia?
¡Eh tú, Obama, aparta esa sucia bandera de mi jardín!
En palabras de la organización: Mars One cree que la exploración humana del sistema solar debería consistir en un esfuerzo global, por encima de la ambición de una nación individual. La exploración marciana ofrece una oportunidad para celebrar el poder de una humanidad unida.
Y servidor no puede más que desear que esto sea así, casi tanto como dudarlo. En tiempos de la guerra fría esperábamos una colonización llevada a cabo por los gobiernos; con la llegada de la globalización, una exploración del sistema solar monopolizada por grandes corporaciones, atraídas por la minería de recursos. Y ahora que una propuesta comunitaria, global y apolítica entra en escena, ¿deberíamos tomarlo como síntoma de un cambio en el ambiente global? Wikimedia, los cables de Wikileaks, Mega, PirateBay, Anonymous, las revoluciones que hemos vivido y vivimos en estas dos primeras décadas del milenio, la enésima crisis del capitalismo como doctrina económica, pero que arrastra en su caída a los sistemas seudodemocráticos del liberalismo bestial, deshumanizado e involutivo... ¿Qué ocurre con el poder económico cuando la gente no compra sus periódicos, no ve sus programas televisados ni sus noticiarios de títeres porque accede a la información y el ocio por vías alternativas y demostradas como mejores? ¿Qué le ocurre cuando el pueblo financia el ocio que desea (¿crowdfunding amenaza a las grandes productoras?) y lucha activamente contra la obsolescencia programada? ¿Qué ocurrirá con el sistema de producción cuando bien una política equilibrada de consumo, bien una revolución alimentaria (transgénicos) o energética, o quizá incluso avances en la tecnología de deconstrucción y reconstrucción de estructuras moleculares complejas (¡Descarga el esquema molecular, introduce un kilo de patatas e imprime tus propias google glasses!) hagan tambalear sus cimientos?
Pensemos en ello, con los ojos puestos en un cielo que cada vez se antoja menos místico y más inmediato.