El fosco es terror, pero se diferencia de este en que no necesariamente incluye terror. El fosco tiene la atmósfera del terror, ingredientes del imaginario propio del terror, el lenguaje del terror... y sin embargo no hay terror. Pero... es terror fosco, ¿no?
¿Nos estamos haciendo un lío considerable?
Vayamos paso a paso:
Mi affair con el fosco
Una convocatoria para Calabazas en el Trastero IX: Día de difuntos me llega a través de la laberíntica blogosfera en mitad de una madrugada de la primavera de 2011.
¿Y ehto qu'eh lo que e'?
Por lo que yo había leído (de refilón, para qué engañarnos), se trataba de una publicación periódica, en papel, y de terror. Decidí informarme más, parecía interesante, y todos los caminos llevaban al portal OcioZero. Me registré, escribí un relato, compré los números anteriores...
El fosco me atrapó.
El primer relato que envié para aquella convocatoria de Día de difuntos, antes de leer los números anteriores de la revista, fue algo que quizá desentonaba con los relatos que solían incluirse en la antología. Era gráficamente macabro, era terrorífico, era... poco fosco.
Pues, como descubrí más adelante, el fosco no era sino el uso de los ingredientes del terror sin la necesidad de que este estuviese presente. Una especie de terror light, que dicen por ahí. Nada nuevo, la verdad sea dicha.
¿Y entonces, si ese tipo de terror ya existía, de dónde había salido esta nueva denominación para el género?
Antecedentes
Que nadie se despiste, pues hay un pequeño laberinto de nombres y colectivos en esta parte, que puede hacer difícil encontrar la raíz del fosco. Calabazas en el Trastero es una publicación editada por la editorial Saco de Huesos, aunque la publicación está auspiciada por la asociación cultural La biblioteca fosca, de la que parte la iniciativa.
En ambas agrupaciones encontramos caras familiares, entre ellas la de Juan Ángel Laguna Edroso, quien mantiene el portal Ociozero. Este portal nació de las cenizas del extinto OcioJoven, un portal de literatura, videojuegos, cómics, cine, etc. etc, en el que se formó el colectivo Círculo de los escritores errantes, en el que encontramos de nuevo a Juan Ángel Laguna, a Miguel Puente (integrante de la biblioteca fosca y co-editor de Saco de huesos), a Manuel Mije, integrante también del colectivo Sevilla Escribe, y a Santiago Eximeno, entre otros.
En palabras de Manuel Mije:
…
Érase una vez un grupo de jóvenes aficionados a la literatura que
solían hacer acto de presencia en una taberna de Internet llamada
OcioJoven. Las filias, moneda común en cualquier sitio en el que
coincidan personalidades con cierta afinidad, hicieron que se
establecieran los suficientes lazos entre estos individuos como para
terminar cristalizando en la formación de El Círculo de Escritores
Errantes, y el inicio de lo que sería su primer proyecto literario.
Aquel proyecto, que nació ya bautizado con el nombre de “El desván de
los cuervos solitarios”, consistía en un aporte de relatos (dos) por
parte de cada uno de los miembros, una selección interna del mejor de
cada par, y la autopublicación del conjunto. La temática elegida para
aquella antología fue… Terror. No Fantasía Oscura, no Fosco (¡el Fosco
no existía!), sino Terror. Después de meses de escribir, comentar,
aportar ideas, correcciones y demás, por fin se tuvo un conjunto de
nueve relatos que nos parecía lo suficientemente interesante como para
publicarlo. Entonces surgió un problema: la supuesta antología de Terror
contenía dos relatos objetivamente encuadrables dentro del género y
otros siete que… más bien no. Aquello había que solucionarlo de alguna
manera, porque ofrecer una antología de Terror sin apenas relatos de
Terror es una manera muy fácil de decepcionar y disgustar a la gente,
sin importar la calidad de los relatos en sí. ¿Qué hacer? La solución
surgió de alguna de aquellas perversas mentes (no recuerdo cuál o
cuáles) y fue algo tan simple como crear un género ad hoc que pudiera
englobar todas aquellas obras sin pillarnos los dedos… y aquí paz y
después gloria. El uso de la palabra Fosco para nombrar aquel género
recién inventado fue cosa de Miguel Puente (de esto sí que me acuerdo), y
él mismo se encargó de crear el prólogo. Una vez lo leímos nos gustó, y
además descubrimos que lo que nació como simple excusa para solventar
el problema también funcionaba como juego con el lector y placentero
ejercicio de chulería: ¡habíamos patentado un género literario!
(
Aquí el artículo completo, no tiene desperdicio).
Y tenemos también información del puño de Miguel Puente:
¿Pero qué es el género fosco?
El género fosco no es algo nuevo, aunque nadie se
haya atrevido a darle un nombre. Surgió cuando se quisieron agrupar
todas aquellas obras de temática siniestra que ya no podían encuadrarse
dentro del terror a pesar de mantener con él varias similitudes. Para
comprender de dónde ha surgido y justificar sus múltiples y tan dispares
variantes debemos partir de su origen. Al principio fue el terror. La
necesidad imperiosa de inducir miedo en el lector. Pero… ¿cómo? Una
pregunta cuya respuesta, cómo no, implica otra pregunta: ¿Cuál es la
esencia del miedo? Muy pronto se descubrió que el peligro potencial daba
muchísimo más juego, pues estaba íntimamente ligado a lo desconocido.
Parece sencillo, pero a la hora de exponerlo es francamente difícil. El
escritor de terror solventó dicho problema haciendo uso de la atmósfera,
el elemento más importante en los cuentos de este género: cementerios
(muerte), iglesias derruidas y malditas (condenación), instituciones
mentales (locura... Ya que la atmósfera era tan importante y el miedo es
algo tan básico, el ambiente terrorífico mantuvo ciertas
características inalteradas, al margen de la historia y del entorno en
el que transcurriese la narración. Se convirtió en algo que podía
identificarse, algo casi palpable para todo escritor. Y como todos
sabemos que la originalidad se basa en la fusión de conceptos ya
existentes era cuestión de tiempo que algún día a alguien se le
ocurriese la feliz idea de usar dicha atmósfera para otros fines. Ése
fue el nacimiento del género fosco.
Dice Juan Laguna en el foro del portal OcioZero, ante las dudas de un poblador con respecto al fosco:
La definición del género fosco venía muy bien explicada en el prólogo
de "El desván de los cuervos solitarios", pero como no es fácil de
encontrar, intentaré aclarártela un poco.
La idea es que hay obras que por su ambiente (imaginemos criptas,
subterráneos tenebrosos, mansiones vetustas...), y/o su tono (suspense,
temor...) o su estilo (siniestro, oscuro, depresivo...) recuerdan a las
historias de terror sin ser propiamente de terror.
Piensa, por ejemplo, en "Las brujas", de Roald Dahl: no llega a dar
miedo, pero sin duda tiene un componente oscuro. O en "Pesadilla antes
de Navidad", donde el ambiente es macabro pero encontramos una historia
con tintes cómicos. No es algo, tampoco, relacionado con el género
juvenil. Si cogemos "Pedro Páramo", de Juan Rulfo, encontramos un
ambiente siniestro, decadente, cargado de fantasmas, pero en una
historia que no es de terror.
Consecuencias
En principio se trataba, como vemos, de una solución ocurrente a la publicación de una antología. Tal vez incluso un motivo de broma entre los implicados; tiene que ser divertido decirle a los colegas: "¡Hemos creado un género ;-P!". Pero la verdad es que, broma o no, la cosa sigue adelante. Estos autores clasifican algunas de sus obras como escritos de terror fosco (La casa de las sombras, Juan Ángel Laguna).
Santiago Eximeno, en el prólogo de El círculo de Krisky, de Miguel Puente, nos revela:
Creo
que la primera vez que escuché la palabra fosco fue en una conversación
(electrónica, ya que como es norma en este mundo nos conocimos antes a
través de Internet que en persona) con Miguel Puente. Ahora es un
término que se descubre con facilidad en antologías, revistas y páginas
Web, y en muchas ocasiones Miguel está, de una u otra forma, detrás de
ello.
[...]Miguel está, junto a otras tres almas inquietas como
David Jasso, Pedro Escudero y Juan Ángel Laguna Edroso, al frente de la
editorial Saco de Huesos, por mencionar una de sus aportaciones más
relevantes, y en esta editorial el género fosco no solo tiene cabida,
sino que forma parte del espíritu de la misma. Juan Ángel es también el
responsable del ezine "La Biblioteca Fosca", por lo que de alguna forma
con la creación de la editorial el círculo se ha cerrado.
Calabazas en el Trastero, aquella publicación que llevó a un servidor al fosco, continúa en marcha con sus catorce números y especiales, dos premios Ignotus y, lo que nos ocupa, una constante promoción del terror fosco como género.
Todo parece indicar que aún queda fosco para rato. Pues si todo fue una ocurrencia, una solución socorrida para sacar una antología, quizá llevada con cierto humor y salero... ¿Dónde termina la broma?