-¡Iä! ¡Iä! ¡Cthulhu ftagn! -llegó el clamor desde las profundidades, en clave de rumba.
-Por el poder de los primigenios... -rezongó Eduardo Felipes Naveamor, depositando su pluma de cuervo de nuevo dentro del tintero con forma de cráneo humano.
-Yo vengo de la ihla, de la ihla de R'lyeh, de fumalme cuatro porroh que un profundo me invitó -continuaba el canto pagano, por llamarlo de alguna manera.
-Así no hay quien reinvente el terror gótico, leñe -mascullaba Eduardo mientras recorría con fastidio los crujientes escalones de madera que conducían a la cripta.
Aquel bramido de mil gargantas inhumanas adquiría una presencia todavía mayor entre aquellos muros de antigua piedra desacralizada: ¡Ay, que pena me da, que se me ha muerto el Shoggoth...!
Con una teatralidad depurada por la costumbre, Eduardo se estremeció de terror al acercarse a la pesada trampilla de la que provenía el sacrílego sonido. Doblando las rodillas (pues era el mejor modo de levantar peso, y su mente estaba perturbada por la terrible verdad, pero no tanto como para tomarse a broma los devastadores efectos de la escoleosis), Eduardo levantó la trampilla para apartarse al instante, mareado por la nauseabunda vaharada de aire con olor a ambiente cerrado, y lo que creyó distinguir como un leve toque de lavanda y eucalipto.
Descendía renqueante hacia el final de aquella escalera de peldaños arrancados de la roca virgen, cubiertos de un légamo de un indescriptible tono iridiscente. A cada paso aumentaba en volumen aquella desafinada orgía de cánticos guturales, ese desabrido rasgueo de guitarras tocadas por dedos que poco o nada tenían de humanos.
-¡No me gusta que al arrecife, te lleves la minifarda! ¡Que los profundos hasta la cintura, se quedan en el agua!
Cantaban. Y también:
-¡Te pillé en Insmouth, con lah manoh en el bacalao, te pille rezando a Dagon y ahora tó huele a pescao!
Finalmente Eduardo llegó a aquel portal en la roca, la fuente de aquella luz impía, de aquellos cantos impíos, de aquellos impíos...
-¡Callarse coño! ¡Joder ya!, ¿eh?
-Uuuuhhhh -le abuchearon los profundos, dejando a un lado las guitarras y el licor de huevas de kraken.
-Ni uhhh ni ah -insistió Eduardo.
-Cuidadito, ¿eh? -intervino uno de los profundos, de estrávica y húmeda mirada.
-Cuidadito leches, que no estoy yo...
-Aquí menos, a ver si...
-¿A ver qué, eh? A ver... ¡A ver!
-¡Mira... mira!
-Ni me hables, que te... que te...
-Que te, que te, qué. Tú a mí, ¡de qué!
-Pues eso -dijo Eduardo, desandando lo andado, escalera arriba.
-Pues bueno.
-¡Pues vale! -zanjó Eduardo Felipes Naveamor, tratando de recordar la trama del relato que la juerga de aquellos profanos seres milenarios había interrumpido. Había un manicomio... no, era una estatuilla... ¿o era un barco? Demonios, si tan solo hubiese escrito sobre reyes bárbaros con poca ropa, como le había recomendado Robert E. Howard...
Porque hasta él tenía que divertirse de vez en cuando... |
Genial homenaje a Lovecraft
ResponderEliminarXD. Se nota que te gusta Lovecraft, tienes buen gusto. ¿Harán algún día un filme decente de sus relatos?
ResponderEliminarUn saludo.
@odiealex: Gracias, me divertí muchísimo escribiéndolo, para qué nos vamos a engañar.
ResponderEliminar@Watson: Lo dudo... después de todo, la gracia de los mitos es no conocer lo que hay más allá... en mi opinión, una buena película de los mitos mostraría poquísimo, debería sugerir, basarse en la atmósfera.
Un saludo a los dos
Se me olvidaba, Watson, hablando de adaptaciones lovecraftianas.
ResponderEliminarSi todavía no lo has echo y tienes oportunidad, échale un vistazo al segundo capítulo de la primera temporada de Masters of horror. Creo que en castellano se tradujo como "tras las paredes"...
¡Gracias! No conocía esa serie y tiene buena pinta, cuando tenga tiempo libre veré el capítulo que dices en "series yonkis".
ResponderEliminarMuy buena la adaptación. Hace mil años leí varios relatos de Lovecraft, recuerdo a un gran amigo de entoncces que le encantaban.
ResponderEliminarGracias por la serie, le echaré un vistazo.
Gracias por tu comentario, Sibarita.
ResponderEliminarYo le "presenté" a Lovecraft a un buen amigo mío, y recuerdo que él terminó leyéndole y conociéndole mucho mejor que yo :D.