Quedaban menos de diez minutos, y seguía sin dar con la respuesta.
¿Cómo podía ser tan difícil? La había leído apenas unas horas antes, repasando sus apuntes. Si cerraba los ojos casi veía la disposición del esquema, una luminaria difuminada en la retina de su memoria...
¿Cómo se llamaba el general? ¿Quién había comandado la revolución en las colonias lunares? Si incluso había un asentamiento con su nombre, ¿Cómo podía haberlo olvidado?
Jimenski... Glorienko... nada, no había manera.
¿Ptrievev, tal vez?
No, claro que no. Ptrievev era el nombre de su líder de escuadra en las juventudes.
¿Cómo se llamaba aquél desgraciado, que llevaba siglos criando malvas en algún rincón del gran pedrusco selénico?
A la mierda.
Entregó el examen y salió a fumar fuera del instituto.
Más tarde, en su apartamento en Vallecas, Inés corregía los exámenes de sus alumnos.
Leyó el primero, y debió de releerlo unas tres veces.
A la pregunta "¿cuál es la diferencia entre la fragmentación de memoria externa y la interna?" el alumno había contestado: "la agrupación de los núcleos de población en el hemisferio sur".
A la pregunta "¿Cómo sabemos de un grupo de sindicatos cuál es el más representativo a nivel nacional?", el alumno había contestado: "Mediante el uso de armas químicas, que anulaban y adormecían las nanomáquinas encargadas de contrarrestar los efectos de la radiación".
Inés volvió a leer el encabezado del examen, en que se incluían el nombre del alumno y la fecha del día. El alumno había escrito: Glorienko, 17 de Marzo del 2345.
© Copyright 2011 Pedro Moscatel
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Nervios por los exámenes (de los que solo me falta saber algunas notas, y que han ido mejor de lo que esperaba) nervios porque pronto estará lista la maqueta de mi grupo, y nervios porque pronto estará lista la novela.
Si todas las preocupaciones fueran así de buenas...
Me ha gustado... este sí me parece irónico.
ResponderEliminarNos leemos
Un año con muchas novedades por lo que veo. No me extraña que estes de los nervios.
ResponderEliminarPD Me ha gustado el relato.
Me has recordado aquellos días de exámenes en los que una hora podía desvanecerse en segundos, o convertirse en una eternidad; dependiendo de lo que se hubiese estudiado.
ResponderEliminarUn saludo y suerte con todo.
Gracias a todos, en realidad el relato lo escribí solo como una liberación, para hacer algo familiar que me relajase justo después del examen...
ResponderEliminar@brisne: qué curioso, no buscaba mostrar ninguna ironía... aun así gracias, me alegro de que te haya gustado.
@odiealex: de los nervios, pero agradecido. Por suerte esos nervios se deben a cosas positivas.
@watson: cierto, todos hemos pasado por esa demostración de la ley de la relatividad jeje.
un saludo a los tres.