Algo que me sorprendió mucho en su momento fue descubrir el hecho de que la mayoría de los escritores de éxito medio -sobre todo en el género del thriller- se consideran escritores de oficio, es decir, escriben por y para vender. Por supuesto esto no es nada malo o negativo; no seamos demagogos, la vida es dinero, y hallar una forma agradable de lograrlo no debería ser algo condenable o criticable.
Pero sin embargo me sorprendió, supongo que porque hasta el momento no es ese el tipo de literatura que me ha interesado. Quiero decir, ¿realmente merece la pena subyugar la creación de uno, ese proceso tan largo y trabajoso pero sobre todo tan propio y personal a la voluntad de los cambiantes vientos del mercado?
André Jute, en su libro Escribir un thriller (Ed. Paidós en España) no solo opina que sí, sino que incluso lo recomienda a aquél futuro escritor que quiera convertirse en uno de estos "artistas de oficio".
El libro de Jute es en realidad un manual cuando menos interesante, del que se puede extraer algo de utilidad, aunque esta provenga más de las experiencias narradas por el escritor que de sus consejos en sí. Pero al margen de esto, es interesante por su manera de tratar y entender la profesión de la escritura y el mercado que la rodea. Jute habla de ese nuevo mundo editorial formado por las grandes corporaciones multinacionales del entretenimiento, habla de la práctica imposibilidad de salir adelante sin un agente, habla de las modas de los bestsellers... habla, en definitiva, de un negocio.
Y eso a pesar de que muchos párrafos son alentadores e incluso inspiradores, ojo, que después de todo un escritor nunca deja de ser producto de la vocación. Pero aun así el jarro de agua fría sobre los inocentes escritores amateurs es constante: vivir es fácil, vivir bien es duro; escribir es fácil, escribir bien es duro; publicar es posible, vivir de ello es muy duro.
¿Pero es que realmente hay quien escriba una par de páginas y considere el éxito como una posibilidad? Lo siento pero no me entra en la cabeza. La sociedad de la eterna lucha, la competición por una vida mejor... nos inclinan a pensar que un buen libro que no se venda es a efectos prácticos un mal libro. Y un mal libro que se venda como churros, será un éxito, se considerará que su autor es en muchos sentidos una persona mejor que sus antiguos semejantes. Si un instante antes de comprar un libro supiese que esa persona persiguió desde el primer momento el éxito, la fama y el dinero, devolvería el volumen a la estantería.
No me gustan los moralismos; no sé qué ocurriría si me plantasen delante un contrato millonario a cambio de una saga sobre vampiros zombies que buscan el grial y son capturados por las F.A.R.C en Beirut, donde los illuminati liderados por Obama intentan resucitar a JFK para obligarle a revelar el gran secreto: María Magdalena sigue viva en una base nazi en la Antártida. Bueno, en realidad sí lo sé (tiene que ser divertidísimo escribir eso) pero lo que quiero decir es que en el futuro podría vender mi trabajo como escritor del mismo modo que vende un electricista sus horas de trabajo entre cables. Pero por el momento me gusta pensar que no, que lo importante es escribir, y sobre todo escribir lo que quiero y como quiero.
Qué pena que tenga que estropear el final de este post para confesar que en este instante casi me apetece escribir sobre vampiros zombies...
En mi opinión no hace falta escribir best sellers sobre temas manidos para poder vivir (y bien) de la profesión de escritor, considero que hay autores con literatura bastante buena (y sin temas topicos) y que no venden mal:
ResponderEliminar- Paul Auster
- Murakami
- Eduardo Mendoza
- El fallecido Miguel Delibes
... y tantos otros más, son sólo unos ejemplos
Por supuesto, odiealex. Pero me temo que esos autores son una minoría, una élite si lo prefieres. Es realmente difícil llegar hasta ese punto, ¿no crees? Y sobre todo ahora que la literatura de calidad sigue retrocediendo ante los embates del mercado...
ResponderEliminar¡Vampiros zombis que además por la noche sean licántropos! Hmmm, un momento, y que de día brillen XD.
ResponderEliminarYo pienso que hay dos tipos de éxitos, el auténtico y el comercial. Lo malo del segundo, es que van a ser obras efímeras gradualmente erosionadas por el tiempo; hasta su completa extinción.
Un autor busca, entre otras cosas, que su nombre perdure en la memoria para poder seguir viviendo dentro de sus libros. :) Así que depende de cada uno la meta que se quiera marcar. Dinero fácil o...
Un saludo Lobo.
Me encanta la frase "Un autor busca [...] que su nombre perdure en la memoria para poder seguir viviendo dentro de sus libros". :) También es lo que desean los pintores, los músicos, los escultores, los poetas, lo que por desgracia no se siente vendiendo seguros o tecleando en una oficina.
ResponderEliminarPero creo que sobre ese impulso egoísta de la obra que sobrevive al autor (ya pasaron los tiempos de las pirámides) debería estar el de hacer sentir una sensación determinada a quien contemple el cuadro, a quien escuche la canción, a quien lea el libro. Si eso se consigue, si el autor logra manipular así las emociones de un semejante a miles de kilómetros de distancia, al que ni siquiera ha visto en su vida, quizá incluso pueda perdonársele (y perdonarse él a sí mismo) el hecho de que su arte lo ejerza a cambio de dinero...
Yo mismo he estado en esa disyuntiva hace poco, al ver mi libro semi-sepultado entre grandes éxitos de la literatura juvenil... Y mi conclusión ha sido rotunda: no. Yo escribo lo que escribo. No haré otra cosa. Si lo mío no vale (porque se busque la "moda" o el tirón comercial, no por calidad, que para eso la solución es más horas de curro/revisiones y demás), me daré la vuelta y seguiré escribiendo lo que quiero escribir.
ResponderEliminarPero, claro... yo soy escritor de vocación, no de profesión. ¿Podría serlo? Podría. ¿Quiero? No.
Me alegra mucho oír eso, Francisco. ¿Cómo ponerle un precio a nuestra identidad como artistas? No digo que no llegue el caso... pero confío en que no ocurra.
ResponderEliminarSalu2